EL TRONO DE DIOS

Juan, el discípulo amado fue llevado al cielo en espíritu teniendo así una experiencia majestuosa de lo que será el trono de Dios y es bonito ver que lo que sea que lo que imaginemos siempre será mucho más, todo esto solo con el fin de que podamos tener la certeza de lo que nos espera a todos cuantos hayamos creído en Jesús:

“Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto». Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo, y a alguien sentado en el trono. El que estaba sentado tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arco iris que se asemejaba a una esmeralda. Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos, en los que estaban sentados veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, estruendos y truenos. Delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus de Dios, y había algo parecido a un mar de vidrio, como de cristal transparente. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás. El primero de los seres vivientes era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro como de hombre; el cuarto era semejante a un águila en vuelo. Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. Y día y noche repetían sin cesar: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir». Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y deponían sus coronas delante del trono exclamando: «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas». Apocalipsis 3:1-11

Juan primero ve una puerta abierta, la misma que el Señor le dice a la iglesia de Filadelfia. Juan puede ver entonces lo que sucederá a la iglesia cuando todos los hijos sean llevados al cielo, lo mismo le había sucedido a Pablo unos 40 años antes, cuando él también fue trasladado al Trono de Dios en 2 Corintios 12:1-4. En el caso de Pablo, Dios no le permitió decir lo que vio, pero fue eso justamente lo que lo mantuvo firme a pesar de tantas desaveniencias y torturas como las que él padeció, tuvo la certeza de lo que le esperaba valía la pena hasta el punto de muerte con tal de vivir al lado de Dios eternamente.

El jaspe y la cornalina que vio son la primera y la última piedras en el pectoral del Sumo Sacerdote (parte de la vestidura de los sacerdotes descrita en Éxodo 28) resumiéndolas todas y el arco iris color esmeralda es un símbolo de la gracia de Dios.

Después de ver la majestuosidad del Señor vemos 24 ancianos, son importantes porque significan varias cosas que nos competen a los creyentes y su apariencia los delata:

Los tronos indican que son gobernantes, están sentados lo que indica que son de la realeza, están vestidos de blanco por lo tanto son justos, tienen una corona griega “estéfanos” pues son victoriosos o vencedores y se denominan ancianos terminología asociada más al cristianismo que al judaísmo. Por lo tanto podemos entender claramente que representan a la Iglesia de Cristo, es decir tú y yo!!! Sí somos de la realeza, sí somos justos, sí tendremos corona, por si acaso no has dimensionado lo que implica ser hijo de Dios aquí puedes verlo claramente. Pero si aún lo dudas por un instante repasemos un poco la escritura como una evidencia clara de lo que somos y seremos:

Juan 1:12 Tenemos autoridad de ser hijos de Dios si hemos creído en Jesús

Romanos 8:29 Jesús es el primogénito de muchos hermanos (iglesia)

Gálatas 4:4-7 Al ser hijos de Dios, también somos herederos con Jesús

En esta cita podemos ver la magnitud de lo que implica ser hijos de Dios: “El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.” Romanos 8:16-17

Ya en Hebreos 2 podemos ver cómo Jesús es coronado con gloria y honor poniendo todo a sus pies.

Esto lo podemos encontrar en diversas citas donde se refiere a su trono, gloria y honor. De los cuales compartiremos como hijos “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús” .Efesios 2:4-6

Los 24 ancianos no se muestran en ningún libro del Antiguo Testamento, podemos entonces inferir que definitivamente representan a la Iglesia sentada a la diestra de su Majestad.

Los 4 seres vivientes son los querubines que protegen el trono de Dios. Y finalmente vemos que todos tanto los ángeles como la iglesia le adoran y le honran inclusive con sus coronas. Adorarle será nuestro mayor y mejor gozo por cuán grande es Él.

No dejes que los afanes de la vida, la ambición, o cualquier pecado te roben la posibilidad de continuar perteneciendo a la Realeza, a la verdadera no a la de la revista Caras, esa es temporal, la nuestra es eterna, no la rechaces que es lo único que de verdad vale la pena.

Dios te bendiga en el nombre de Jesús.