¡Qué Gran Amor!

Sabemos cuánto nos ha amado el Señor al dar a su único Hijo para nuestra salvación, pero hay algo más que sucede al reconocer y recibir a Jesús en nuestra vida:

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él. Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1 Juan 3:1-3

Muchos creen que todos somos hijos de Dios pero el apóstol es claro, dice ahora, no dice siempre lo hemos sido, lo comprueba la siguiente cita:

“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.” Juan 1:12-13

La única forma de tener derecho legal de ser llamados hijos de Dios es reconocer y recibir a Jesús como Señor y Salvador de nuestra vida, no hay obra por maravillosa que sea ni vida tan absolutamente íntegra que logre salvarse a sí misma si no ha reconocido que necesita a Jesús para ser declarado legalmente hijo de Dios.

Todos somos su creación nos hizo en el vientre de nuestra madre con enorme amor y cuidado, no hay tal cuando te dicen que fuiste un “error o un chanfle” estabas en su pensamiento aún cuando las circunstancias no hayan sido las mejores, hayas sido o no deseado por tus padres, sí fuiste deseado por Dios mismo, mira esta hermosa cita, David habla de un embrión y no había ecografías, eres un humano desde el mismo instante de la concepción y solo por amor has sido creado: “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.” Salmo 139:13-16

Pero cuando naces te deja libre para que elijas, te da la dirección y el amor que requieres pone personas y circunstancias con el fin de salvarte del mundo, es increíble los enormes esfuerzos que continúa haciendo para mostrarte su amor como si el sacrificio de Jesús no hubiera sido el tope, aunque sí lo es, es la única manera de estar a su lado ahora y eternamente. Estás a un sí de distancia de disfrutar ese gran amor que se desborda desde el mismo día que fuiste concebido y se hace literalmente un derecho llamarte hijo de Dios el día que aceptas a Jesús como Señor y Salvador. Disfruta ese privilegio y si aún no lo tienes, ¿qué esperas? La decisión solo se puede realizar en vida y si estás leyendo este mensaje hoy, quizás sea el momento perfecto para hacerlo. Luego busca un lugar donde congregarte, una iglesia que predique la sana doctrina de Cristo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, aprende de su Palabra y crece cada día más en la sabiduría del Señor, pero crece tú también lee la biblia, confronta cada cosa que te dicen con la Escritura, ten una relación personal con el Señor. Una cosa no puede estar sin la otra, no te contentes con ir el domingo a la iglesia como si ese alimento durara 7 días, necesitas del alimento espiritual cada día para resistir los embates de la vida y los ataques del enemigo, para disfrutar de ese amor puro y bello que solo Dios puede dar.

Y si ya has dado el sí, hace poco o mucho continúa con esa hermosa esperanza de verle un día cara a cara y para siempre. No desfallezcas.

Dios te bendiga en el nombre de Jesús.