PERMANECIENDO EN EL
- mariaisalon
- 12 nov 2017
- 3 Min. de lectura

Permanecer o mantenerse firme sin moverse o cambiar, la palabra nos invita a permanecer pero en el Señor, que cuando conozcamos realmente de Él podamos conservar esa fe en su perdón, misericordia, perdón y salvación:
“Y ahora, queridos hijos, permanezcamos en Él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos ante Él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida. Si reconocen que Jesucristo es justo, reconozcan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él”. 1 Juan 2:28-29
Vemos que realmente el permanecer implica obediencia, es la única forma de estar confiados o ¿qué hijo se acerca temeroso a su padre? Solo el que no se ha portado bien ¿verdad? Por alguna razón el hijo sabe que tendrá consecuencias cuando ha desobedecido pero el hijo obediente entra confiado a los brazos de su padre, sabe que no será avergonzado, aunque si sabe que tiene un padre amoroso como lo es Dios también sabrá que puede arrepentirse y entrar a su presencia sabiendo que será perdonado, lavado y recibido con los brazos abiertos como el padre a ese hijo pródigo el cual esperó desde el mismo día que se fue. Eso es lo que llamamos Gracia (regalo inmerecido). Algunas doctrinas abusan de ella y entonces sus fieles creyentes se dedican a la vida loca porque no importa lo que hagan Dios los perdona, pero aquí hay una diferencia, están pecando deliberadamente, no se arrepientes sino que justifican sus actos bajo la gracia. Pero los que ven la gracia como ese regalo que no merecían y les ha sido otorgado, lo honran y lo cuidan, para permanecer y jamás volver a apartarse.
Los padres siempre esperan por sus hijos pródigos, su fe nunca mengua y si eso lo hacen los padres terrenales cuánto más el Dios de toda la creación anhelando tenerlos de regreso.
Al igual que el apóstol Juan, Jesús mismo nos invita a permanecer el Él y tiene una razón muy importante:
“Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.” Juan 15:4-8
La vid se refiere a la planta de uva y nos compara con las ramas de esa planta, cuando se tienen plantas que dan fruto es importante cuidarlas especialmente para obtener una mayor producción por lo tanto hay ramitas que no generan fruto y son cortadas ya que solo consumirán la savia del árbol y quitarán valiosos nutrientes a los frutos. Al ser las ramas cortadas morirán finalmente. Es igual con nosotros, si estamos aferrados a Él, nos dará vida, tendremos frutos algunos al 30%, otros al 70% y otros al 100% pero jamás dejaremos de tener fruto, si nos separamos inevitablemente moriremos y no me refiero a la vida terrenal, todos lo haremos, me refiero a esa muerte eterna que no tienen opción de revertirse y si llegamos a creer que estamos dando frutos, es mejor revisar y probarlos, quizás estén amargos o quizás lo que creemos fruto es más un espejismo de los engaños a los que nos somete el enemigo para apartarnos de la vid verdadera, Jesús. Nada podemos hacer que sea digno, verdadero y eterno que no sea guiado por su Espíritu Santo.
Así que permanece, no importa la circunstancia por la que estés pasando, mantente firme en sus promesas que Él no miente. Siempre ten en cuenta que no es tu voluntad la que prima sino la del Señor y si sabes eso sabrás que algunas veces su respuesta a tus oraciones será no, otras si y en otras espera. La razón es sencilla, Él tiene el rompecabezas completo, sabe qué nos conviene, qué nos destruye y qué necesita ser pulido en nosotros para recibirlo. Diferente cuando no le tenemos en cuenta, las consecuencias de nuestras decisiones sin Él se verán tarde o temprano. Así que permanece, no te rindas!!!
Dios te bendiga en el nombre de Jesús y el Espíritu Santo te ayude a mantenerte firme hasta el final.
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